ESPECIAL: EL ESPÍRITU SANTO.
Sin el Espíritu Santo no habría Iglesia ni apostolado, no habría fe ni reconoceríamos a Dios como Padre de todos ni a Jesucristo como el Salvador.
En los Hechos de los Apóstoles, se nos dice que “estaban todos reunidos” y todos reciben los dones del Espíritu Santo: es toda la Iglesia la que recibe el don del Espíritu para poder vivir nuestra vocación y carisma concreta en beneficio de la misma comunidad.
En Pentecostés se invierte el dinamismo de Babel: Babel fue la dispersión y la división, Pentecostés es la comunión, el amor y el entendimiento.