CICLO DE JOSÉ (Gén 37-50).







CICLO DE JOSÉ (Gén 37-50).

 “La Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras al igual que el mismo Cuerpo del Señor, no dejando de tomar de la mesa y de distribuir a los fieles el pan de vida, tanto de la palabra de Dios como del Cuerpo de Cristo, sobre todo en la Sagrada Liturgia. Siempre las ha considerado y considera, juntamente con la Sagrada Tradición, como la regla suprema de su fe, puesto que, inspiradas por Dios y escritas de una vez para siempre, comunican inmutablemente la palabra del mismo Dios, y hacen resonar la voz del Espíritu Santo en las palabras de los Profetas y de los Apóstoles. ” (DEI VERBUM 21)

CICLO DE JOSÉ (Gén 37-50).

“La historia patriarcal es una historia de familia; reúne los recuerdos que se conservan de los antepasados, Abrahám, Isaac, Jacob y José…Es, en fin, una historia religiosa: todos los momentos decisivos están marcados por una intervención divina, y en ellos todo aparece como providencial…” (B. de J.).

Contenido teológico y espiritual de los capítulos 12-50 del Génesis

  • Dios escoge hombres para realizar su Plan de Salvación.

  • Dios pide la obediencia de la fe y la disponibilidad total.

  • Las pruebas son ocasión maravillosa para demostrar nuestra preferencia por Dios.

  • Dios es siempre fiel a sus promesas.

   José era el hijo preferido de Jacob. La bella historia de José vendido por sus hermanos corresponde a hechos verídicos y realmente acaecidos. Pero lo que más interesa es la enseñanza religiosa que se esconde detrás: la misteriosa providencia de Dios que siempre cuida de sus elegidos. José también es una figura que anticipa algunos aspectos de la vida de Cristo. Así lo dice san Pablo: “Tomó la condición de esclavo…se humilló…y por eso Dios lo engrandeció y le dio el nombre sobre todo nombre” (Fp 2, 6-10). Al igual que José salvó a su pueblo de la carestía, así también Jesús nos salvó a nosotros.

ENSEÑANZA:

  • Esta historia quiere ya demostrar que Dios se sirve de los acontecimientos en apariencia más desfavorables para llevar a cabo sus proyectos. Todo parecía confabularse contra José, pero todo girará en provecho suyo.

  • «Dios escribe recto en líneas torcidas…» es capaz de sacar bienes de nuestros males.

RECORRIDO BÍBLICO:

1.-José y sus hermanos;  vendido por sus hermanos (Gen 37).

37,1-20 Sueños de José. No es de extrañar que entre tantos hijos de Jacob surjan diferencias y discrepancias.    Lo que llama la atención es que sea precisamente uno de los hermanos menores la causa del conflicto intrafamiliar.                                                                                                             José manifiesta en sus sueños una tendencia y un deseo de dominar a sus hermanos (7s) y  hasta a sus propios padres (9s), lo cual aumenta la envidia y el odio de sus hermanos (8.11), granjeados además por la especial predilección de su padre (4). La reacción de sus hermanos es eliminarlo (20), pero en medio de todo hay algo de respeto por la vida, y eso es en definitiva lo que salva a José de la muerte (21s.26).

La historia de Jacob es esta. José tenía diecisiete años y pastoreaba el rebaño con sus hermanos. Era un muchacho que ayudaba a los hijos de Bilá y Zilfá, mujeres de su padre. José comunicó a su padre la mala fama de sus hermanos. 3Israel amaba a José más que a todos los otros hijos, porque le había nacido en la vejez, y le hizo una túnica con mangas. 4Al ver sus hermanos que su padre lo prefería a los demás, empezaron a odiarlo y le negaban el saludo. 5Un día José tuvo un sueño y se lo contó a sus hermanos, que lo odiaron aún más. 6Les dijo: «Escuchad este sueño que he tenido. 7Estábamos atando gavillas en el campo, y de pronto mi gavilla se levantó y se mantuvo en pie, mientras que vuestras gavillas la rodeaban y se postraban ante ella». 8Sus hermanos le dijeron: «¿Acaso vas a ser tú nuestro rey o vas a someternos a tu dominio?». Y lo odiaron todavía más a causa de sus sueños y de sus palabras. 9Aún tuvo otro sueño, que contó también a sus hermanos: «He tenido otro sueño: el sol, la luna y once estrellas se postraban ante mí». 10Cuando se lo contó a su padre y a sus hermanos, su padre le respondió: «¿Qué significa ese sueño que has tenido? ¿Es que yo, tu madre y tus hermanos vamos a postrarnos por tierra ante ti?». 11Sus hermanos lo envidiaban, pero su padre guardaba la cosa para sí. 12Sus hermanos trashumaron a Siquén con los rebaños de su padre. 13Israel dijo a José: «Tus hermanos deben de estar con los rebaños en Siquén; ven, que te voy a mandar donde están ellos». Le contestó: «Aquí estoy». 14Su padre le dijo: «Ve a ver cómo están tus hermanos y el ganado, y tráeme noticias». Lo envió, pues, desde el valle de Hebrón y José se dirigió a Siquén. 15Un hombre lo encontró errando por el campo y le preguntó: «¿Qué buscas?». 16Él contestó: «Busco a mis hermanos; por favor, dime dónde están pastoreando». 17El hombre respondió: «Se han marchado de aquí, y les he oído decir que iban hacia Dotán». José fue tras sus hermanos y los encontró en Dotán. 18Ellos lo vieron desde lejos y, antes de que se acercara, maquinaron su muerte. 19Se decían unos a otros: «Ahí viene el soñador. 20Vamos a matarlo y a echarlo en un aljibe; luego diremos que una fiera lo ha devorado; veremos en qué paran sus sueños». 

2.-VIAJE DE JOSÉ A EGIPTO    (21.26).

Lo mismo vale decir sobre sus compradores: se supone que los hermanos aceptan la propuesta de Judá de venderlo a unos ismaelitas (27); pero se le vende a unos madianitas (28), aunque de nuevo se menciona a los  ismaelitas. Rubén aparece como ajeno por completo a la transacción, al punto de rasgarse sus vestiduras, pues cree que suS hermanos han asesinado a José,  al no hallarlo en el pozo (29).              El centro de esta sección lo ocupa el proceder engañoso de los hijos de Jacob (31-33), que se constituye de nuevo en una especie de retribución para Jacob.

21Oyó esto Rubén, e intentando salvarlo de sus manos, dijo: «No le quitemos la vida». 22Y añadió: «No derraméis sangre; echadlo en este aljibe, aquí en la estepa; pero no pongáis las manos en él». Lo decía para librarlo de sus manos y devolverlo a su padre. 23Cuando llegó José al lugar donde estaban sus hermanos, lo sujetaron, le quitaron la túnica, la túnica con mangas que llevaba puesta, 24lo cogieron y lo echaron en un pozo. El pozo estaba vacío, sin agua. 25Luego se sentaron a comer y, al levantar la vista, vieron una caravana de ismaelitas que transportaban en camellos goma, bálsamo y resina de Galaad a Egipto. 26Judá propuso a sus hermanos: «¿Qué sacaremos con matar a nuestro hermano y con tapar su sangre? 27Vamos a venderlo a los ismaelitas y no pongamos nuestras manos en él, que al fin es hermano nuestro y carne nuestra». Los hermanos aceptaron. 28Al pasar unos mercaderes madianitas, tiraron de su hermano; y, sacando a José del pozo, lo vendieron a unos ismaelitas por veinte monedas de plata. Estos se llevaron a José a Egipto. 29Cuando Rubén volvió al pozo y vio que José no estaba allí, rasgó sus vestiduras 30y, volviendo a sus hermanos, les dijo: «El muchacho no está; y yo, ¿a dónde voy yo ahora?». 31Entonces tomaron la túnica de José, degollaron un cabrito y empaparon la túnica en la sangre. 32Luego enviaron la túnica con mangas a su padre con este recado: «Esto hemos encontrado, mira a ver si es la túnica de tu hijo o no». 33Él la reconoció y exclamó: «Es la túnica de mi hijo; una bestia lo ha devorado. Sin duda, José ha sido despedazado»

3.-Las tentaciones de José (Gen 39)

Los israelitas la adaptaron como una novela ejemplar para resaltar la presencia y la compañía de Dios cuando se camina según su voluntad. José actúa como un israelita recto, justo y cumplidor de la ley, por eso el Señor no lo abandonará; aunque aparentemente le vaya mal –José va a dar a la cárcel–, ya hay un signo de la  providencia divina.

  José debía haber muerto, dada la gravedad de la acusación; sin embargo, su amo lo manda a la cárcel y allí Dios se valdrá de signos muy simples para protegerlo.

391Cuando bajaron a José a Egipto, un egipcio llamado Putifar, cortesano del faraón y jefe de la guardia, se lo compró a los ismaelitas, que lo habían llevado allí. 2El Señor estaba con José, de modo que fue hombre afortunado y permaneció en casa de su amo egipcio. 3Este vio que el Señor estaba con José y que hacía prosperar todo lo que él emprendía. 4Así obtuvo José el favor de su amo, quien lo puso a su servicio y lo constituyó administrador de su casa, confiándole todo lo que tenía. 5Desde que lo nombró administrador de su casa y de todo lo suyo, el Señor bendijo la casa del egipcio en atención a José, y la bendición del Señor descendió sobre todo lo que poseía, en la casa y en el campo. 6Él puso todo lo que poseía en manos de José, sin preocuparse de otra cosa que del pan que comía. José era de buen tipo y bello semblante. 7Después de cierto tiempo, la mujer de su amo puso sus ojos en José y le dijo: «Acuéstate conmigo». 8Pero él rehusó, y dijo a la mujer de su amo: «Mira, mi amo no se preocupa de lo que hay en la casa y todo lo suyo lo ha puesto en mi mano. 9Él no ejerce más autoridad en esta casa que yo, y no se ha reservado nada sino a ti, porque eres su mujer. ¿Cómo voy a cometer yo semejante injusticia y a pecar contra Dios?». 10Y, aunque ella insistía un día y otro, José no accedió a acostarse ni a estar con ella. 11Pero cierto día entró él en casa para hacer su trabajo y no había ningún criado allí en la casa. 12Ella lo agarró por su vestido y le dijo: «Acuéstate conmigo». Pero él, dejando el vestido en su mano, salió afuera y huyó. 13Cuando ella vio que él había dejado el traje en su mano y había huido afuera, 14llamó a sus criados y les dijo: «Mirad, nos han traído un hebreo para que se aproveche de nosotros; ha venido a mí para acostarse conmigo, pero yo he gritado. 15Al oír que yo alzaba la voz y gritaba, dejó su vestido junto a mí y huyó, saliendo afuera». 16Y ella mantuvo junto a sí el vestido hasta que volvió a casa su marido. 17Y le repitió la misma historia: «El esclavo hebreo que nos has traído ha venido a mí para aprovecharse de mí. 18Yo alcé la voz y grité, y él dejó el vestido junto a mí y huyó afuera». 19Al oír el marido la historia que le contaba su mujer: «Esto y esto me ha hecho tu siervo», montó en cólera, 20prendió a José y lo metió en la cárcel, donde estaban los presos del rey. Y allí quedó, en la cárcel. 21Pero el Señor estaba con José y le concedió su benevolencia, haciendo que se ganara el favor del jefe de la cárcel. 22Este confió a José todos los presos de la cárcel, siendo él quien decidía todo lo que allí se hacía. 23El jefe de la cárcel no se preocupaba de nada de lo encargado a José, pues el Señor estaba con él; y cuanto este emprendía el Señor lo hacía prosperar.

4.-José interpreta sus sueños (Gen 40).

40,1-23 Sueños del copero y del panadero reales. En la mentalidad antigua, los sueños eran un medio por el cual Dios comunicaba sus designios a los humanos; pero para el sabio israelita, la capacidad para interpretar  lo que Dios quiere comunicar la poseen muy pocas personas (1-8). En este caso es José, y aún así, él afirma que  es Dios quien los interpreta (8).

El pasaje sigue mostrándonos a José favorecido por Dios, sus interpretaciones se cumplen y nos preparan para el siguiente episodio, donde tendrá que interpretar los sueños del propio faraón.

Todavía tendrá que permanecer en prisión, pues el copero que debía mencionar su nombre al faraón (14) se olvidó de él (23).

401Algún tiempo después, el copero y el panadero del rey de Egipto ofendieron a su señor, el rey de Egipto. 2El faraón se encolerizó contra sus dos cortesanos, el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos, 3y los puso bajo custodia en casa del jefe de la guardia, en la cárcel donde José estaba preso. «4El jefe de la guardia se los confió a José para que les sirviera. Después de permanecer en custodia durante algún tiempo, » 5ambos, el copero y el panadero del rey de Egipto, que estaban presos en la cárcel, tuvieron sendos sueños la misma noche, cada sueño con su propio significado. 6Cuando José vino a ellos por la mañana, los vio tristes 7y preguntó a los cortesanos del faraón que estaban bajo custodia con él, en casa de su señor: «¿Por qué tenéis hoy mala cara?». 8Le contestaron: «Hemos tenido un sueño y no hay quien lo interprete». Dijo José: «¿No pertenecen a Dios las interpretaciones? Contádmelos». 9El jefe de los coperos contó su sueño a José y le dijo: «Soñé que tenía una viña delante de mí. 10La viña tenía tres ramas, echó brotes y flores, y maduraron las uvas. 11Yo tenía en mi mano la copa del faraón; tomé las uvas, las exprimí en la copa del faraón, y puse la copa en su mano». 12José le contestó: «Esta es la interpretación: las tres ramas son tres días. 13Dentro de tres días, el faraón te hará comparecer, te restablecerá en tu cargo, y pondrás la copa del faraón en su mano, como hacías antes cuando eras copero. 14A ver si te acuerdas de mí cuando te vaya bien y me haces el favor de recordarme al faraón para que me saque de esta prisión, 15pues fui raptado de la tierra de los hebreos, y aquí no he hecho nada malo para que me metan en el calabozo». 16Viendo el jefe de los panaderos que la interpretación era favorable, dijo a José: «También yo soñé que llevaba tres cestas de mimbre sobre mi cabeza. 17En la cesta superior había toda clase de pastas, de las que hacen los reposteros para el faraón, y las aves las comían de la cesta que estaba sobre mi cabeza». 18José contestó: «Esta es la interpretación: las tres cestas son tres días. 19Dentro de tres días, el faraón te hará comparecer y te colgará de un palo, y las aves comerán tu carne». 20Al tercer día, el faraón celebraba su cumpleaños y dio un banquete a todos sus servidores; e hizo comparecer ante estos al jefe de los coperos y al jefe de los panaderos. 21Al jefe de los coperos lo restableció en su cargo, para que pusiera la copa en la mano del faraón; 22pero al jefe de los panaderos lo colgó, como les había interpretado José. 23Pero el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que lo olvidó.

5.-Los sueños del faraón;  José, primer ministro (Gén 41).

41,1-57 José interpreta los sueños del faraón. La incapacidad de los magos de la corte para interpretar los sueños del faraón es la ocasión propicia para que el copero mayor, en quien se cumplió la interpretación de  José, se acuerde de su compañero de prisión y ahora sí hable de él al faraón (10-13), mencionándolo no por su  nombre, sino por su condición (12).

José es liberado de la prisión; de nuevo insiste en que no se trata de una capacidad personal, sino que puede descifrar el sentido de las imágenes que el faraón ha visto en sueños por una acción directa de Dios (16). Las palabras y los consejos de José convencen al monarca, por lo cual sale premiado y es nombrado gran visir, o sea, primer ministro.

411Dos años después, el faraón soñó que estaba de pie junto al Nilo, 2y que salían de él siete vacas hermosas y gordas, que se pusieron a pacer en el juncal. 3Detrás de ellas salieron del Nilo otras siete vacas feas y flacas que se pusieron junto a las otras a la orilla del Nilo. 4Las siete vacas feas y flacas se comieron a las siete vacas hermosas y gordas. Entonces el faraón despertó. 5Volvió a dormirse y tuvo un segundo sueño: siete espigas granadas y hermosas brotaban de un mismo tallo. 6Detrás de ellas brotaron otras siete espigas raquíticas y agostadas por el viento solano. 7Las siete espigas raquíticas se tragaron a las siete espigas granadas y llenas. Entonces el faraón despertó: había sido un sueño. 8A la mañana siguiente, turbado el ánimo, mandó llamar a todos los magos de Egipto y a todos sus sabios. El faraón les contó el sueño, pero nadie pudo interpretárselo. 9Entonces el jefe de los coperos dijo al faraón: «Es hora de que reconozca mi falta. 10Cuando el faraón se irritó contra sus servidores y me puso bajo custodia en casa del jefe de la guardia a mí y al jefe de los panaderos, 11él y yo tuvimos un sueño la misma noche; cada sueño con su propio sentido. 12Había allí con nosotros un joven hebreo, criado del jefe de la guardia; le contamos nuestros sueños y él nos los interpretó, dando a cada sueño su propio sentido. 13Y conforme nos los interpretó, así sucedió: a mí se me restableció en mi cargo, y a él se lo colgó». 14El faraón mandó llamar a José. Lo sacaron rápidamente del calabozo; se cortó el pelo, se cambió de ropas y se presentó al faraón. 15El faraón dijo a José: «Tuve un sueño y nadie pudo interpretarlo; pero he oído decir de ti que apenas oyes un sueño lo interpretas». 16José replicó al faraón: «No yo, sino Dios dará al faraón respuesta propicia». 17El faraón dijo a José: «Soñé que estaba de pie junto al Nilo, 18y que salían de él siete vacas gordas y hermosas que se pusieron a pacer en el juncal. 19Detrás de ellas salieron otras siete vacas flacas, muy feas y macilentas; no las he visto tan malas en toda la tierra de Egipto. 20Las vacas flacas y feas se comieron a las siete vacas primeras, las gordas; 21pero, cuando se las habían tragado, no se notaba que las tuvieran dentro de ellas, pues su aspecto seguía siendo tan malo como al principio. Entonces desperté. 22En otro sueño, vi brotar de un tallo siete espigas granadas y hermosas. 23Detrás de ellas brotaron otras siete espigas raquíticas y agostadas por el viento solano. 24Las siete espigas raquíticas se tragaron a las siete espigas hermosas. Se lo conté a los magos, pero ninguno pudo interpretármelo». 25José dijo al faraón: «El sueño del faraón es uno solo. Dios anuncia al faraón lo que va a hacer. 26Las siete vacas hermosas son siete años, y las siete espigas hermosas son siete años: es el mismo sueño. 27Las siete vacas flacas y feas que salían tras ellas son siete años, y las siete espigas raquíticas y agostadas por el viento solano son siete años de hambre. 28Es justamente lo que he dicho al faraón: Dios ha mostrado al faraón lo que va a hacer. 29Van a venir siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto. 30Pero después vendrán siete años de hambre, que harán olvidar toda la abundancia en la tierra de Egipto, pues el hambre consumirá el país. 31No se sabrá lo que es la abundancia en el país, a causa del hambre que seguirá, pues esta será terrible. 32El que se haya repetido el sueño del faraón dos veces significa que Dios confirma su palabra y que se apresura a cumplirla. 33Por consiguiente, que el faraón busque un hombre perspicaz y sabio, y lo ponga al frente de la tierra de Egipto. 34Intervenga el faraón y nombre inspectores sobre el país, que recauden la quinta parte del producto de la tierra de Egipto durante los siete años de abundancia; 35que reúnan toda clase de alimentos durante los años buenos que van a venir, almacenen trigo, bajo la autoridad del faraón, en las ciudades, y lo guarden. 36Servirán de provisiones al país para los siete años de hambre que vendrán después en la tierra de Egipto, y así no perecerá de hambre el país». 37Al faraón y a todos sus servidores les pareció bien la propuesta; 38y les dijo el faraón: «¿Acaso podemos encontrar un hombre como este, en quien esté el espíritu de Dios?». 39Y el faraón dijo a José: «Puesto que Dios te ha hecho conocer todo esto, no hay nadie tan perspicaz y sabio como tú. 40Tú estarás al frente de mi casa y todo mi pueblo acatará tus órdenes; solamente en el trono seré superior a ti». 41Y añadió el faraón a José: «Mira, te pongo al frente de toda la tierra de Egipto». 42Luego el faraón se quitó el anillo de su mano y lo puso en la mano de José; le hizo vestir ropas de lino y le puso un collar de oro al cuello. 43Luego lo hizo montar en la carroza de su primer ministro y la gente gritaba ante él: «¡Gran visir!». Así lo puso al frente de toda la tierra de Egipto. 44El faraón dijo a José: «Yo soy el faraón, pero sin tu permiso nadie moverá mano o pie en toda la tierra de Egipto». 45El faraón llamó a José Zafnat Panej y le dio por mujer a Asenat, hija de Potipera, sacerdote de On. Y José salió a recorrer la tierra de Egipto. 46José tenía treinta años cuando se presentó al faraón, rey de Egipto. Después de salir de la presencia del faraón, José recorrió toda la tierra de Egipto. 47La tierra produjo copiosamente durante los siete años de abundancia. 48José recogió los productos de los siete años de abundancia en la tierra de Egipto y los almacenó en las ciudades, metiendo en cada una de ellas los productos de los campos de la comarca. 49José reunió grano en tan gran cantidad como la arena del mar, hasta que dejó de medirlo, porque era inconmensurable. 50Antes de que sobreviniesen los años de hambre, le nacieron a José dos hijos que le dio Asenat, hija de Potipera, sacerdote de On. 51Al primogénito, José lo llamó Manasés, pues pensó: «Dios me ha hecho olvidar mis fatigas y la casa paterna». 52Al segundo lo llamó Efraín, porque se dijo: «Dios me ha hecho fructificar en la tierra de mi aflicción». 53Se acabaron los siete años de abundancia en la tierra de Egipto 54y comenzaron los siete años de hambre, como había predicho José. Hubo hambre en todos los países y solo en Egipto había pan. 55Cuando llegó el hambre a todo Egipto y el pueblo reclamaba pan al faraón, este decía a los egipcios: «Id a José y haced lo que él os diga». 56El hambre se extendió a toda la tierra, y José abrió los graneros y repartió raciones a los egipcios, mientras arreciaba el hambre en Egipto. 57De todos los países venían a Egipto a comprarle a José, porque el hambre arreciaba en toda la tierra.

6.-Los hijos de Jacob bajan a Egipto (Gen 42).

Cuando llegaron los hermanos de José, se postraron ante él, rostro en tierra. Al verlos, José los reconoció, pero él no se lo dio a conocer… Les dijo: ¿de dónde venís? Venimos de la tierra de Canaán a comprar provisiones… Pues, si sois gente honrada, uno de vosotros quedará aquí encarcelado…; después me traeréis a vuestro hermano menor , y así probaréis que habéis dicho verdad.. .

421Cuando Jacob se enteró de que había grano en Egipto, dijo a sus hijos: «¿Qué hacéis mirándoos unos a otros?». 2Y añadió: «He oído que hay grano en Egipto. Bajad allá y comprad allí para nosotros, a fin de que sobrevivamos y no muramos». 3Bajaron, pues, diez hermanos de José a comprar grano en Egipto. 4A Benjamín, hermano de José, Jacob no lo dejó marchar con sus hermanos, temiendo que le sucediera una desgracia. 5Los hijos de Israel fueron a Egipto a comprar grano junto con otros grupos, pues había hambre en la tierra de Canaán. 6José mandaba en el país y distribuía las raciones a todo el mundo. Vinieron, pues, los hermanos de José y se postraron ante él, rostro en tierra. 7Al ver a sus hermanos José los reconoció, pero él no se dio a conocer, sino que les habló duramente: «¿De dónde venís?». Contestaron: «De la tierra de Canaán a comprar provisiones». 8José reconoció a sus hermanos, pero ellos no lo reconocieron. 9Se acordó José de los sueños que había tenido acerca de ellos y les dijo: «¡Sois espías! Habéis venido a observar los lugares indefensos del país». 10Le respondieron: «¡No, señor! Tus servidores han venido a comprar provisiones. 11Todos nosotros somos hijos del mismo padre; somos personas honradas. Tus servidores no son espías». 12Pero él insistió: «No es cierto, habéis venido a observar los lugares indefensos del país». 13Contestaron: «Nosotros, tus servidores, éramos doce hermanos, hijos del mismo padre en la tierra de Canaán; el menor se ha quedado con nuestro padre y el otro desapareció». 14José replicó: «Lo que yo decía: sois espías. 15Pero voy a poneros a prueba: ¡Por vida del faraón que no saldréis de aquí hasta que no venga vuestro hermano menor! 16Enviad a uno de vosotros y que traiga a vuestro hermano, mientras los demás quedáis presos; así probaréis que decís la verdad; de lo contrario, ¡por vida del faraón, que sois unos espías!». 17Y los hizo detener durante tres días. 18Al tercer día, José les dijo: «Yo temo a Dios, por eso haréis lo siguiente, y salvaréis la vida: 19si sois honrados, uno de vosotros quedará bajo custodia en la casa donde estáis detenidos y los demás irán a llevar el grano a sus familias hambrientas. 20Después me traeréis a vuestro hermano menor; así probaréis que habéis dicho la verdad y no moriréis». Ellos aceptaron. 21Entonces se dijeron unos a otros: «Estamos pagando el delito contra nuestro hermano, cuando le veíamos suplicarnos angustiado y no le hicimos caso; por eso nos sucede esta desgracia». 22Intervino Rubén: «¿No os decía yo: “No pequéis contra el muchacho”, y vosotros no me hicisteis caso? Ahora nos piden cuentas de su sangre». 23Ellos no sabían que José les entendía, pues había usado intérprete. 24Él se retiró y lloró; después volvió a ellos y escogió a Simeón, a quien hizo encadenar en su presencia. 25José mandó que les llenasen de grano los sacos, que metieran el dinero de cada uno en su saco y que les dieran provisiones para el camino. Y así se hizo. 26Cargaron el grano sobre los asnos y se marcharon de allí. 27Cuando uno de ellos abrió el saco para echar pienso al asno en la posada, vio que su dinero estaba en la boca del saco 28y dijo a sus hermanos: «Me han devuelto el dinero; está aquí en mi saco». Se les sobresaltó su corazón y, temblando, se decían unos a otros: «¿Qué ha hecho Dios con nosotros?». 29Cuando llegaron a casa de su padre Jacob, la tierra de Canaán, le contaron todo lo sucedido: 30«El hombre, señor de aquel país, nos habló duramente y nos tomó por espías de su tierra. 31Nosotros le dijimos: “Somos personas honradas, no espías. 32Éramos doce hermanos, hijos del mismo padre; uno desapareció, y el menor se ha quedado con nuestro padre en la tierra de Canaán”. 33Pero el hombre, señor de aquella tierra, nos dijo: “En esto conoceré que sois honrados: dejad conmigo a uno de los hermanos; los demás, vayan a llevar el grano a sus familias hambrientas. 34Luego me traeréis a vuestro hermano menor, y así sabré que sois honrados, y no unos espías. Entonces os devolveré a vuestro hermano, y podréis moveros libremente por el país”». 35Cuando vaciaron los sacos, cada uno tenía la bolsa de su dinero en su propio saco. Al ver las bolsas de su dinero, ellos y su padre se asustaron. 36Jacob, su padre, les dijo: «Me vais a dejar sin hijos. José desapareció, Simeón desapareció, y ahora os queréis llevar a Benjamín. Todo recae sobre mí». 37Pero Rubén contestó a su padre: «Haz morir a mis dos hijos si no te lo devuelvo; ponlo en mis manos y te lo devolveré». 38Él dijo: «Mi hijo no bajará con vosotros. Su hermano murió, y solo me queda él. Si le ocurriera una desgracia en el viaje que vais a emprender, hundiríais de pena mis canas en el abismo».

7.-Los hijos de Jacob regresan de Egipto a su padre (Gen 43).

Ellos aceptaron y decían: estamos pagando el delito contra nuestro hermano…José se retiro y lloró…”

431El hambre arreciaba en el país. 2Cuando terminaron las provisiones que habían traído de Egipto, su padre les dijo: «Volved y comprad algunos alimentos para nosotros». 3Pero Judá le contestó: «Aquel hombre nos advirtió reiteradamente: “No os presentéis ante mí si no me traéis a vuestro hermano”. 4Si dejas a nuestro hermano venir con nosotros, bajaremos a comprarte provisiones; 5pero si no lo dejas, no bajaremos, pues el hombre aquel nos dijo: “No os presentéis ante mí si no me traéis a vuestro hermano”». 6Israel preguntó: «¿Por qué me habéis hecho el daño de decir a aquel hombre que teníais otro hermano?». 7Contestaron: «Aquel hombre nos preguntó insistentemente: “¿Vive todavía vuestro padre? ¿Tenéis más hermanos?”. Nosotros no hicimos más que responder a sus preguntas; ¿cómo podíamos saber que nos iba a decir: “Traed a vuestro hermano”?». 8Judá dijo a su padre Israel: «Deja que el muchacho venga conmigo, para que podamos marchar y sobrevivir. De lo contrario, moriremos nosotros, tú y nuestros niños. 9Yo respondo de él; a mí me pedirás cuentas: si no te lo devuelvo y lo presento ante ti, seré culpable ante ti toda la vida. 10Si no nos hubiéramos entretenido tanto, ahora ya estaríamos de vuelta por segunda vez». 11Su padre Israel les respondió: «Si tiene que ser así, hacedlo; tomad de los mejores productos del país en vuestro equipaje y llevádselos como regalo a aquel hombre: un poco de bálsamo y un poco de miel, goma, ládano, pistachos y almendras. 12Tomad también doble cantidad de dinero, para restituir personalmente el dinero que pusieron en la boca de vuestros sacos, quizás por error. 13Tomad a vuestro hermano y volved a ver a aquel hombre. 14Que Dios todopoderoso os conceda el favor de ese hombre para que deje volver a vuestro hermano y a Benjamín. En cuanto a mí, si he de perder a mis hijos, los perderé». 

7.-Nuevo viaje a Egipto con Benjamín (Gén 43).

5Ellos tomaron consigo los regalos; tomaron asimismo doble cantidad de dinero y a Benjamín. Se pusieron en marcha, bajaron a Egipto y se presentaron a José. 16Cuando José vio con ellos a Benjamín, dijo a su mayordomo: «Lleva a estos hombres a casa, mata una res y prepárala, pues al mediodía comerán conmigo». 17El mayordomo hizo lo que ordenó José y llevó a los hombres a casa de José. 18Cuando los llevaba a casa de José, sintieron miedo y se decían: «Nos lleva allí por lo del dinero, devuelto en nuestros sacos la primera vez, para tendernos una trampa, detenernos, tomar nuestros asnos y hacernos esclavos». 19Y acercándose al mayordomo de José, le dijeron a la puerta de la casa: 20«Por favor, señor; nosotros bajamos en otra ocasión a comprar provisiones. 21Cuando llegamos a la posada y abrimos nuestros sacos, el dinero que había pagado cada uno estaba en la boca de su saco, y lo hemos traído con nosotros. 22Además traemos otra cantidad para comprar provisiones; no sabemos quién metió el dinero en nuestros sacos». 23Él contestó: «Estad tranquilos, no temáis. Vuestro Dios y el Dios de vuestro padre os metió ese tesoro en vuestros sacos; vuestro dinero lo recibí yo». Y les sacó a Simeón. 24Después los hizo entrar en casa de José, les dio agua para que se lavaran los pies y echó pienso a sus asnos. 25Ellos dispusieron los regalos para cuando llegase José a mediodía, pues habían oído que iban a comer allí. 26Cuando José llegó a casa, ellos le ofrecieron los regalos que habían traído y se postraron ante él en tierra. 27Él les preguntó qué tal estaban y les dijo: «¿Está bien vuestro anciano padre, del que me hablasteis? ¿Vive aún?». 28Contestaron: «Tu servidor, nuestro padre, está bien; vive todavía». Y se inclinaron respetuosamente. 29José alzó la vista y, viendo a su hermano Benjamín, hijo de su madre, preguntó: «¿Es este vuestro hermano menor, de quien me hablasteis?». Y añadió: «Dios te conceda su favor, hijo mío». 30Entonces José salió deprisa, pues, conmovido por su hermano, le vinieron ganas de llorar; y entrando en su habitación, lloró allí. 31Después se lavó la cara, regresó y, conteniéndose, dijo: «Servid la comida». 32A él le sirvieron por un lado, a ellos por otro y a los egipcios que comían con él, por otro. (Porque los egipcios no pueden comer con los hebreos, pues sería detestable para ellos). 33Ellos se sentaron frente a él, por orden de antigüedad, desde el primogénito hasta el menor, y se miraban entre sí asombrados. 34José les hacía pasar porciones de lo que tenía ante sí; pero la porción de Benjamín era cinco veces mayor que las de todos ellos. Y bebieron y se alegraron en su compañía.

7.-La copa de José en el saco de Benjamín (Gen 44)

La acusación de espionaje era muy grave.  Contra esta grave e insistente sospecha, los hermanos intentan defenderse informando sobre su lugar de procedencia y los detalles de su situación familiar.

441Luego dio la siguiente orden al mayordomo de su casa: «Llena los sacos de estos hombres con todos los víveres que quepan y pon el dinero de cada uno en la boca de su saco; 2y mi copa, la de plata, la metes en la boca del saco del menor junto con el dinero de su grano». Él hizo como le mandaban. 3Al amanecer, despacharon a los hombres con sus asnos. 4Apenas habían salido de la ciudad, no estaban lejos, cuando José dijo a su mayordomo: «Anda, sal en persecución de esos hombres y cuando los alcances diles: “¿Por qué me devolvéis mal por bien? ¿Por qué me habéis robado la copa de plata 5en que bebe mi señor y con la que suele adivinar? Habéis obrado mal”». 6Cuando los alcanzó, les repitió estas palabras, 7pero ellos replicaron: «¿Por qué habla mi señor en estos términos? Lejos de tus servidores obrar de tal manera. 8Si te hemos devuelto desde la tierra de Canaán el dinero que encontramos en las bocas de nuestros sacos, ¿cómo íbamos a robar en casa de tu señor oro o plata? 9Si se la encuentras a alguno de tus servidores, que muera; y también los demás seremos esclavos de nuestro señor». 10Respondió él: «Sea como decís: a quien se la encuentre, será mi esclavo, pero los demás quedaréis libres». 11Cada uno se apresuró a descargar su saco en tierra y a abrirlo. 12Él los registró, comenzando por el del mayor y terminando por el del menor, y encontró la copa en el saco de Benjamín. 13Ellos se rasgaron entonces las vestiduras; cada uno cargó su asno y volvieron a la ciudad. 14Judá y sus hermanos entraron en casa de José, que estaba todavía allí, y se echaron por tierra ante él. 15José les dijo: «¿Qué habéis hecho? ¿No sabíais que uno como yo es capaz de adivinar?». 16Judá contestó: «¿Qué podemos decir a mi señor? ¿Qué podemos alegar y cómo probar nuestra inocencia? Dios ha descubierto la culpa de tus servidores. Esclavos somos de mi señor, lo mismo que aquel en cuyo poder se ha encontrado la copa». 17Pero él respondió: «¡Lejos de mí obrar de tal manera! Aquel en cuyo poder se ha encontrado la copa será mi esclavo, los demás volveréis en paz a casa de vuestro padre». 18Judá se acercó a José y le dijo: «Permite a tu servidor decir una palabra en presencia de su señor; no se enfade mi señor conmigo, pues eres como el faraón. 19Mi señor interrogó a sus servidores: “¿Tenéis padre o algún hermano?”, 20y respondimos a mi señor: “Tenemos un padre anciano y un hijo pequeño que le ha nacido en la vejez; un hermano suyo murió, y solo le queda este de aquella mujer; su padre lo adora”. 21Tú dijiste a tus servidores: “Traédmelo para que lo conozca”. 22Nosotros respondimos a mi señor: “El muchacho no puede dejar a su padre; si se separa, su padre morirá”. 23Pero tú dijiste a tus servidores: “Si no baja vuestro hermano menor con vosotros, no volveréis a verme”. 24Cuando subimos a casa de tu servidor, nuestro padre, le contamos todas las palabras de mi señor; 25y nuestro padre nos dijo: “Volved a comprar algunos alimentos”. 26Le dijimos: “No podemos bajar si no viene nuestro hermano menor con nosotros”. 27Él replicó: “Sabéis que mi mujer me dio dos hijos: 28uno se apartó de mí y pienso que lo ha despedazado una fiera, pues no he vuelto a verlo; 29si arrancáis también a este de mi lado y le sucede una desgracia, hundiréis de pena mis canas en el abismo”. 30Ahora, pues, si vuelvo a tu servidor, mi padre, sin llevar conmigo al muchacho, a quien quiere con toda el alma, 31cuando vea que falta el muchacho, morirá, y tus servidores habrán hundido de pena las canas de tu servidor, nuestro padre, en el abismo. 32Además, tu servidor ha salido fiador por el muchacho ante mi padre, jurando: “Si no te lo traigo, seré culpable ante mi padre toda la vida”. 33Ahora, pues, permite que tu servidor se quede como esclavo de mi señor, en lugar del muchacho, y que el muchacho vuelva con sus hermanos, 34porque ¿cómo voy yo a volver a mi padre sin llevar conmigo al muchacho? No quiero ver la desgracia que se abatirá sobre mi padre».

8.-José se da a conocer (Gen 45).

Reconocimiento y reconciliación. Por una parte, las palabras de Judá parecen haber ablandado el corazón de José, pero los sentimientos reprimidos de José también llegan al límite, reventando y poniendo fin a la farsa que él mismo se había inventado.

    José quien los absuelve y declara que su antigua actitud hostil y el rechazo que los indujo a planear su desaparición no se les puede imputar como castigo, sino que debe ser vista como una acción divina que permitió todo aquello para demostrar su especial preocupación y atención por esta familia (5-8).

Sin detenerse en más discursos de parte de ninguno de los presentes, y tras señalar la reconciliación mediante las palabras y los gestos de José, sus hermanos pueden por fin hablar.

Se hacen todos los arreglos para que Jacob sea trasladado a Egipto con el beneplácito del faraón (17-20) y la constatación del consentimiento de Jacob para emprender el viaje (21-28)

451José no pudo contenerse en presencia de su corte y gritó: «Salid todos de mi presencia». No había nadie cuando José se dio a conocer a sus hermanos. 2Rompió a llorar fuerte, de modo que los egipcios lo oyeron y la noticia llegó a casa del faraón. 3José dijo a sus hermanos: «Yo soy José; ¿vive todavía mi padre?». Sus hermanos, perplejos, se quedaron sin respuesta. 4Dijo, pues, José a sus hermanos: «Acercaos a mí». Se acercaron, y les repitió: «Yo soy José, vuestro hermano, el que vendisteis a los egipcios. 5Pero ahora no os preocupéis, ni os pese el haberme vendido aquí, pues para preservar la vida me envió Dios delante de vosotros. 6Van dos años de hambre en el país y aún quedan cinco años en que no habrá arada ni siega. 7Dios me envió delante de vosotros para aseguraros supervivencia en la tierra y para salvar vuestras vidas de modo admirable. 8Así pues, no fuisteis vosotros quienes me enviasteis aquí, sino Dios; él me ha hecho padre del faraón, señor de toda su casa y gobernador de toda la tierra de Egipto. 9Apresuraos a subir adonde se encuentra mi padre y decidle: “Esto dice tu hijo José: Dios me ha hecho señor de todo Egipto; baja a mí sin demora. 10Habitarás en la tierra de Gosén, y estarás cerca de mí con tus hijos y nietos, con tus ovejas, vacas y todo cuanto posees. 11Yo te mantendré allí, pues quedan todavía cinco años de hambre, para que no carezcas de nada ni tú, ni tu casa ni todo lo tuyo”. 12Vosotros estáis viendo con vuestros propios ojos, y también mi hermano Benjamín con los suyos, que os hablo yo en persona. 13Informad a mi padre de toda mi autoridad en Egipto y de todo lo que habéis visto, y apresuraos a bajar aquí a mi padre». 14Y echándose al cuello de su hermano Benjamín, rompió a llorar; y lo mismo hizo Benjamín. 15Luego besó a todos sus hermanos, llorando al abrazarlos. Entonces sus hermanos hablaron con él. 16Llegó al palacio del faraón la siguiente noticia: «Han venido los hermanos de José»; el faraón y sus servidores se alegraron. 17Dijo el faraón a José: «Di a tus hermanos: “Haced lo siguiente: cargad vuestros asnos y regresad a la tierra de Canaán; 18luego tomad a vuestro padre y vuestras familias y volved acá. Yo os daré lo mejor de la tierra de Egipto y comeréis lo más sustancioso del país”. 19Diles también: “Tomad carros en Egipto para transportar a vuestros niños, a vuestras mujeres y a vuestro padre, y volved. 20No os preocupéis por vuestras pertenencias, pues lo mejor de la tierra de Egipto será para vosotros”». 21Así lo hicieron los hijos de Israel. José les dio carros, según las órdenes del faraón, y provisiones para el camino. 22Dio además una muda a cada uno, y a Benjamín le dio trescientas monedas de plata y cinco mudas. 23A su padre le envió diez asnos cargados con lo mejor de Egipto y diez borricas cargadas de grano, de pan y de víveres para el camino. 24Después despidió a sus hermanos; cuando se iban, les dijo: «No riñáis por el camino». 25Partieron, pues, de Egipto, y llegaron a la tierra de Canaán, donde estaba su padre Jacob. 26Cuando le comunicaron que José vivía aún y que gobernaba en toda la tierra de Egipto, se le encogió el corazón, pues no podía creerlo. 27Entonces le contaron todo lo que les había dicho José, y al ver los carros que José había enviado para transportarlo, Jacob su padre recobró el aliento. 28Dijo Israel: «¡Basta! Mi hijo José vive aún; iré a verle antes de morir».

9.-Jacob baja a Egipto; Encuentro de Jacob con José (Gén 46).

A partir de Gén 46, José pierde protagonismo a favor de su padre. En los cinco últimos capítulos, cabe distinguir dos partes: la primera tiene como hilo conductor el viaje de Jacob a Hebrón hasta Gosén (46,1-47,27); la segunda gira en torno a la muerte de Jacob y José (47,28-50,26).

461Israel se puso en camino con todo lo que tenía, llegó a Berseba y allí ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac. 2Dios dijo a Israel en una visión nocturna: «Jacob, Jacob». Respondió: «Aquí estoy». 3Dios le dijo: «Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas bajar a Egipto, porque allí te convertiré en una gran nación. 4Yo bajaré contigo a Egipto, y yo mismo te haré subir; y José te cerrará los ojos». 5Al salir Jacob de Berseba, los hijos de Israel hicieron montar a su padre con los niños y las mujeres en las carretas que el faraón había enviado para transportarlos. 6Tomaron el ganado y las posesiones que habían adquirido en la tierra de Canaán y emigraron a Egipto Jacob con todos sus descendientes: 7hijos y nietos, hijas y nietas. Llevó consigo a Egipto a todos sus descendientes. 8Estos son los nombres de los hijos de Israel que emigraron a Egipto, Jacob y sus descendientes: Rubén, primogénito de Jacob. 9Hijos de Rubén: Janoc, Palú, Jesrón y Carmí. 10Hijos de Simeón: Yemuel, Yamín, Oad, Yaquín, Sojar y Saúl, hijo de la cananea. 11Hijos de Leví: Guersón, Queat y Merarí. 12Hijos de Judá: Er, Onán, Sela, Peres y Zeraj. Er y Onán habían muerto en tierra de Canaán. Hijos de Peres: Jesrón y Jamul. 13Hijos de Isacar: Tola, Pua, Yasub y Simrón. 14Hijos de Zabulón: Sered, Elón y Yajleel. 15Estos son los hijos que Lía dio a Jacob en Padán Arán, además de su hija Dina. Total, entre hijos e hijas, treinta y tres personas. 16Hijos de Gad: Sifión, Jaguí, Suní, Esbón, Erí, Arodí y Arelí. 17Hijos de Aser: Yimná, Yisvá, Yisví, Beriá y su hermana Seraj. Hijos de Beriá: Jéber y Malquiel. 18Estos son los hijos de Jacob y Zilpa, la criada que Labán dio a su hija Lía. Total, dieciséis personas. 19Hijos de Raquel, mujer de Jacob: José y Benjamín. 20A José le nacieron en Egipto Manasés y Efraín, de Asenat, hija de Potipera, sacerdote de On. 21Hijos de Benjamín: Bela, Béquer, Asbel, Guera, Naamán, Ejí, Ros, Mupín, Jupín y Ared. 22Estos son los hijos que Raquel dio a Jacob. Total, catorce personas. 23Hijos de Dan: Jusín. 24Hijos de Neftalí: Yajseel, Guní, Yéser y Silen. 25Estos son los hijos de Bilá, la criada que Labán dio a su hija Raquel. Total, siete personas. 26Todas las personas que emigraron con Jacob a Egipto, nacidas de él, sin contar las mujeres de los hijos de Jacob, eran en total sesenta y seis. 27Los hijos de José nacidos en Egipto eran dos. El total de las personas de la familia de Jacob que emigró a Egipto fue de setenta. 28Jacob envió a Judá por delante, adonde estaba José, para preparar el sitio en Gosén. Cuando llegaron a Gosén, 29José hizo enganchar la carroza y se dirigió a Gosén a recibir a su padre. Al verlo se le echó al cuello y lloró abrazado a él. 30Israel dijo a José: «Ahora puedo morir, después de haber contemplado tu rostro y ver que vives todavía». 31José dijo a sus hermanos y a la familia de su padre: «Voy a subir a informar al faraón: “Han venido mis hermanos y la familia de mi padre, que estaban en la tierra de Canaán. 32Son pastores de rebaños, que cuidan del ganado; han traído sus ovejas, sus vacas y todo lo que tenían”. 33Cuando el faraón os llame y os pregunte: “¿Cuál es vuestra ocupación?”, 34responderéis: “Tus servidores han sido pastores desde la juventud hasta ahora, tanto nosotros como nuestros padres”. Así os dejará habitar en el territorio de Gosén». (Porque los egipcios detestan a todos los pastores de rebaños).

10.-Jacob adopta a los hijos de José: Efraím y Manasés (Gen 48).

La ceguera de Jacob y el cambio de primogénitos recuerdan lo sucedido al final de la historia de Isaac (Gén 27).

La bendición de Jacob a los hijos de José comienza con la invocación del nombre de Dios, de quien depende en última instancia la eficacia de la bendición.

481Después de estos sucesos le dijeron a José: «Tu padre está enfermo». Él tomó consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraín. 2Cuando comunicaron a Jacob que había venido a verle su hijo José, entonces Israel hizo un esfuerzo y se sentó en la cama. 3Jacob dijo a José: «El Dios todopoderoso se me apareció en Luz, en la tierra de Canaán, y me bendijo 4con estas palabras: “Yo te haré fecundo, te multiplicaré y haré de ti una multitud de pueblos; a tus descendientes daré esta tierra en posesión perpetua”. 5Ahora, los dos hijos que te nacieron en la tierra de Egipto antes de venir yo a vivir contigo en Egipto serán míos: Efraín y Manasés serán para mí como Rubén y Simeón. 6Los que te nazcan después serán tuyos, y se les convocará en nombre de sus hermanos para recibir la herencia. 7Cuando yo volvía de Padán, durante el viaje se me murió Raquel, en tierra de Canaán, cerca de Efratá; y la enterré allí, en el camino de Efratá» (hoy Belén). 8Viendo Israel a los hijos de José, preguntó: «¿Quiénes son estos?». 9Y José respondió a su padre: «Son mis hijos, los que Dios me concedió aquí». Dijo él: «Tráemelos, para que los bendiga». 10Los ojos de Israel se habían debilitado por la vejez y no veía bien. José se los acercó, y él los besó y los abrazó. 11Luego dijo Israel a José: «No esperaba volver a verte, pero Dios me ha concedido ver también a tus descendientes». 12José los retiró de las rodillas de su padre, y se postró rostro en tierra. 13Después tomó a los dos: a Efraín con su mano derecha, a la izquierda de Israel, y a Manasés con su mano izquierda, a la derecha de Israel, y se los acercó. 14Israel extendió su mano derecha y la puso sobre la cabeza de Efraín, el menor, y su mano izquierda sobre la cabeza de Manasés, cruzando los brazos, pues Manasés era el primogénito. 15Y los bendijo, diciendo: «El Dios en cuya presencia caminaron | mis padres Abrahán e Isaac, | el Dios que me ha pastoreado | desde mi nacimiento hasta hoy, | 16el ángel que me ha librado de todo mal, | bendiga a estos muchachos. | Se recuerde en ellos mi nombre | y el nombre de mis padres Abrahán e Isaac, | y se multipliquen sobremanera | en medio de la tierra». 17Cuando José vio que su padre había puesto su mano derecha sobre la cabeza de Efraín, le pareció mal; y, tomando la mano de su padre para cambiarla de la cabeza de Efraín a la de Manasés, 18le dijo a su padre: «Así no, padre; pues el primogénito es el otro; pon tu mano derecha sobre su cabeza». 19Pero su padre rehusó, diciendo: «Lo sé, hijo mío, lo sé; también este se convertirá en un pueblo y será grande. Pero su hermano menor será más grande que él y su descendencia será una multitud de naciones». 20Y los bendijo aquel día con estas palabras: «En tu nombre se bendecirá Israel; se dirá: Dios os haga como Efraín y Manasés». Y puso a Efraín delante de Manasés. 21Después Israel dijo a José: «Yo voy a morir, pero Dios estará con vosotros y os llevará de nuevo a la tierra de vuestros padres. 22Yo te entrego Siquén, con preferencia a tus hermanos, pues la conquisté a los amorreos con mi espada y mi arco».

11.-Las bendiciones de Jacob (Gen 49).

Colección de bendiciones-oráculos en los que se predice y en cierto modo se decide el destino de las doce tribus de Israel. En ellos se refleja la diversidad de las tribus. Sobresalen las de Judá y de José (Efraín y Manasès). Judá es la tribu de David, de la que saldrá el Mesías.

491Jacob llamó a sus hijos y les dijo: «Reuníos, que os voy a contar lo que os va a suceder en el futuro; 2agrupaos y escuchadme, hijos de Jacob, oíd a vuestro padre Israel: 3Tú, Rubén, mi primogénito, | mi fuerza y primicia de mi virilidad, | primero en honor, primero en poder. 4Burbujeante como agua, no descollarás; | porque subiste al lecho de tu padre, | lo profanaste, escalando mi tálamo. 5Simeón y Leví, hermanos, | armas criminales sus espadas. 6Ojalá no participe yo en sus consejos, | ni me siente yo en su asamblea, | pues mataron hombres ferozmente, | y mutilaron bueyes a su antojo. 7Maldita su furia, tan cruel, | y su cólera implacable. | Los repartiré entre Jacob | y los dispersaré por Israel. 8A ti, Judá, te alabarán tus hermanos, | pondrás tu mano sobre la cerviz de tus enemigos, | se postrarán ante ti los hijos de tu padre. 9Judá es un león agazapado, | has vuelto de hacer presa, hijo mío; | se agacha y se tumba como león | o como leona, ¿quién se atreve a desafiarlo? 10No se apartará de Judá el cetro, | ni el bastón de mando de entre sus rodillas, | hasta que venga aquel a quien está reservado, | y le rindan homenaje los pueblos. 11Ata su asno a una viña, | y a una cepa, el pollino de la asna; | lava su sayo en vino, | y su túnica en sangre de uvas. 12Sus ojos son más oscuros que vino, | y sus dientes más blancos que leche. 13Zabulón morará junto a la costa, | será un puerto para los barcos, | vuelto a Sidón su flanco. 14Isacar, asno robusto, | se acuclilla entre las alforjas. 15Viendo qué bueno es el establo | y qué placentero el país, | inclinó su lomo a la carga | y aceptó trabajos de esclavo. 16Dan gobernará a su pueblo, | como una de las tribus de Israel. 17Dan es culebra junto al camino, | víbora junto al sendero. | Muerde los talones del caballo, | y cae de espaldas su jinete. 18Espero tu salvación, Señor. 19Gad: le asaltarán los bandidos, | y él los asaltará por la espada. 20De Aser viene el grano suculento, | que proporciona manjares de reyes. 21Neftalí, cierva suelta, | que da hermosos cervatillos. 22José es un potro salvaje, | un potro junto a la fuente, | asnos salvajes en una ladera. 23Los arqueros los hostigan, | los persiguen y los atacan. 24Pero su arco se queda rígido, | y tiemblan sus manos y sus brazos, | ante el Fuerte de Jacob, | el Pastor, la Roca de Israel. 25El Dios de tu padre te auxilia, | el Todopoderoso te bendice: | bendiciones de lo alto del cielo, | bendiciones de lo profundo del océano, | bendiciones de pechos y ubres. 26Las bendiciones de tu padre superan | las bendiciones de los collados antiguos, | las delicias de las colinas perdurables. | Descansen sobre la cabeza de José, | coronen al elegido entre sus hermanos. 27Benjamín, lobo rapaz: | por la mañana devora la presa, | por la tarde reparte los despojos». 28Todas estas son las tribus de Israel, doce en total, y esto es lo que su padre les dijo al bendecirlos, dando a cada uno su bendición pertinente. 29Luego les dio estas instrucciones: «Cuando me reúna con los míos, enterradme con mis padres en la cueva del campo de Efrón, el hitita, 30la cueva del campo de Macpela frente a Mambré, en la tierra de Canaán, la que compró Abrahán a Efrón, el hitita, como sepulcro en propiedad. 31Allí enterraron a Abrahán y Sara, su mujer; allí enterraron a Isaac y a Rebeca, su mujer; allí enterré yo a Lía. 32El campo y la cueva fueron comprados a los hititas». 33Cuando Jacob terminó de dar instrucciones a sus hijos, recogió los pies en la cama, expiró y se reunió con los suyos.

12.-Muerte y funerales de Jacob; Últimos años de José (Gen 50).

Entre la narración de la sepultura de Jacob (1-14) y la muerte de José (22-26), se intercala un último episodio de José con sus hermanos (15-21).

Los hermanos de José intentaron hacerle mal, pero en los planes de Dios estaba hacer el bien y dar vida a un pueblo numeroso.

501José se echó sobre el rostro de su padre, lloró sobre él y lo besó. 2Después José mandó a los médicos de su servicio embalsamar a su padre y los médicos embalsamaron a Israel. 3Tardaron cuarenta días, que es lo que se suele tardar en embalsamar. Los egipcios le guardaron luto setenta días. 4Pasados los días del duelo, dijo José a la corte del faraón: «Si he obtenido vuestro favor, exponed ante el faraón este ruego mío: 5“Mi padre me hizo jurar, diciendo: cuando muera, me enterrarás en el sepulcro que me preparé en la tierra de Canaán. Ahora, pues, déjame subir a enterrar a mi padre y después volveré”». 6Contestó el faraón: «Sube y entierra a tu padre, como él te hizo jurar». 7José subió a enterrar a su padre, y con él subieron todos los servidores del faraón, los ancianos de la corte y los ancianos de la tierra de Egipto 8y toda la familia de José, sus hermanos y la familia de su padre. Solo quedaron en la tierra de Gosén los niños, las ovejas y las vacas. 9Subieron con él también carros y jinetes. El cortejo era muy numeroso. 10Cuando llegaron a Goren Atad, que está al otro lado del Jordán, celebraron un funeral solemne e impresionante; y José hizo duelo siete días por su padre. 11Al ver los cananeos, que habitaban el país, el funeral de Goren Atad, dijeron: «Gran duelo este de los egipcios». Por eso el lugar se llamó Abel Misráin, que está al otro lado del Jordán. 12Así los hijos de Jacob hicieron con él lo que les había mandado: 13lo llevaron a la tierra de Canaán, lo enterraron en la cueva del campo de Macpela, frente a Mambré, el campo que Abrahán había comprado a Efrón, el hitita, como sepulcro en propiedad. 14Después de enterrar a su padre, José volvió a Egipto con sus hermanos y con todos los que habían subido con él a enterrar a su padre. 15Cuando los hermanos de José vieron que había muerto su padre, se dijeron: «A ver si José nos guarda rencor y quiere pagarnos todo el mal que le hicimos». 16Y mandaron decir a José: «Antes de morir tu padre nos encargó: 17“Esto diréis a José: Perdona a tus hermanos su crimen y su pecado y el mal que te hicieron. Por tanto, perdona el crimen de los siervos del Dios de tu padre”». José al oírlo se echó a llorar. 18Entonces vinieron sus hermanos, se postraron ante él y le dijeron: «Aquí nos tienes, somos tus siervos». 19Pero José les respondió: «No temáis, ¿soy yo acaso Dios? 20Vosotros intentasteis hacerme mal, pero Dios intentaba hacer bien, para dar vida a un pueblo numeroso, como hoy somos. 21Por tanto, no temáis; yo os mantendré a vosotros y a vuestros hijos». Y los consoló hablándoles al corazón. 22José habitó en Egipto con la familia de su padre; y vivió ciento diez años. 23José llegó a conocer a los descendientes de Efraín, hasta la tercera generación, y también a los hijos de Maquir, hijo de Manasés, que nacieron sobre sus rodillas. 24Más adelante, José dijo a sus hermanos: «Yo voy a morir, pero Dios cuidará de vosotros y os llevará de esta tierra a la tierra que juró dar a Abrahán, Isaac y Jacob». 25Luego José hizo jurar a los hijos de Israel: «Cuando Dios os visite, os llevaréis mis huesos de aquí». 26José murió a los ciento diez años. Lo embalsamaron y lo pusieron en un sarcófago en Egipto.

   

   


 

 


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